Mi San Cristóbal
¡Ay mi San Cristóbal y la de todos sus hijos, hijas y convivientes allí! ¡Ay, San Cristóbal del corazón, de infinitos recuerdos, angustias, lágrimas, esfuerzos, donde forjé tantos ideales! Hoy ha perdido gran parte de la felicidad y la paz ciudadana, la solidaridad escasea.
Mi adorable pueblo se ha transformado, lástima que no sea en progreso y bienestar, aunque se han logrado algunas conquistas. El río Nigua y el Yubazo del ayer, destruidos por las excavaciones y las extracciones, y los ríos Maomita, del Cacao y Los Mineros, quieren destruirlos, desviarlos. ¡Ay del balneario La Toma!, donde se lavan vehículos y se arroja basura. A la Casa de Caoba le saquearon las pertenencias.
Y la armería y sus tres mil trabajadores, ¿cómo están? ¿Y la industria del vidrio, la licorera La Altagracia, La Casa de Najayo, Las Minas y cuevas del Pomier; La iglesia antigua de Nigua, el Ingenio Río Haina, el Centro Vacacional de Haina y la Hacienda Fundación, sus tierras y ganados, quiénes las usurparon?
¡Ay, el Hotel San Cristóbal arrendado! ¿Y por qué, cuando era patrimonio de nuestra comunidad? ¿Y el Castillo del Cerro que un expresidente había donado a clubes culturales y deportivos y una parte para la instalación de una universidad? Ahora es escuela penitenciaria, y el centro de agricultura ya no existe. El Instituto Politécnico Loyola, siempre glorioso, y el Instituto de Menores, como el colegio San Rafael, necesitan mayor presupuesto. A la Iglesia Nuestra Señora de la Consolación le roban sus pertenencias. Este año los malhechores han penetrado seis veces.
El 25 de julio es el Día de San Cristóbal. ¡Cuánta diferencia de sus celebraciones ayer y hoy! San Cristóbal tiene calles y lugares que son arrabales. ¡Ay, el desempleo! Muchos hombres, mujeres, jóvenes, deambulan implorando ayuda.
El ruido las 24 horas, la música de algunos colmadones, restaurantes y bares, vehículos causantes de muertes, hacen imposible volver a la tranquilidad a la que nuestro pueblo tiene derecho.
Tenemos casos inauditos, como los ocurridos a los doctores Anita Matos Nina, una gran humanista, Eduardo Matos Nina y familiares, con 40 años de lucha; el doctor Celito García, la insigne profesora Gracita Barinas, entre otras, cuyas residencias se irrespetan tomando cerveza y ron en las aceras y frente de las mismas.
¡Ay!, quisiera saber el destino de tantas personas que recuerdo con unción del alma, entre otras a Liriana, Antonia, Mirtha Medina, Belkys, Eliezer, Digna, Antonia Matos, Maritza, Lilian, Mirtha, cercano al liceo Valencia, a Catalina y Patria, a doña Mercedes y Freddy, conocidos en los Mineros. Solicito permiso de la dirección de este vespertino para incluir mi teléfono de mi oficina allí 809-528-6606.
Mi San Cristóbal, a pesar de tus calvarios, eres inmortal.