Las dos caras de la moneda migratoria
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Por LEONEL MARTÍNEZ
“La isla es una e indivisible”. Es verdad y es mentira. Los inmigrantes ilegales haitianos viven las mismas vicisitudes que los inmigrantes dominicanos. Relativamente sí y no. La sentencia del Tribunal Constitucional es justa e injusta a la vez. Parece que es cierto.
Los grupos de aquí que defienden a los vecinos que emigran de allá solo se preocupan por los intereses de Haití. Y los de RD que critican a los indocumentados de Haití muchas veces exageran olvidándose de los dominicanos sin papeles que remiten millones de dólares de “los países”.
Como si la isla fuese la moneda, las dos naciones que comparten el territorio insular son sus dos caras migratorias. No obstante, todo depende del color del cristal de donde se mire porque las remesas de los inmigrantes ilegales -en dólares o en euros- no cambian de color ante los ojos de quienes las reciben en RD o en Haití.
Están equivocados quienes piensan que un fallo judicial resuelve una falla social cuyo espacio evidencia corrupción, abuso, injusticia, falta de patriotismo, charlatanería estatal e irresponsabilidad oficial de ambos lado de la isla, indivisible para los haitianos y divisible para los dominicanos.
La enfermedad migratoria de la presencia ilegal de los haitianos no se cura con remedios judiciales ni demandas en cortes internacionales, los extremismos ONG Vs. Núñez, son posiciones fanáticas que cubren el rostro verdadero del mal. Un problema muy complicado pero con graduales soluciones. Sin embargo, las autoridades dominicanas se niegan a enfrentar con suprema responsabilidad y las autoridades haitianas le sacan el cuerpo por la magnitud del impacto que provocaría en su nación.
La enfermedad migratoria de la presencia ilegal de los haitianos no se cura con remedios judiciales ni demandas en cortes internacionales, los extremismos ONG Vs. Núñez, son posiciones fanáticas que cubren el rostro verdadero del mal. Un problema muy complicado pero con graduales soluciones. Sin embargo, las autoridades dominicanas se niegan a enfrentar con suprema responsabilidad y las autoridades haitianas le sacan el cuerpo por la magnitud del impacto que provocaría en su nación.
Las dos caras del fenómeno migratorio de RD y Haití son difíciles de ver, la miseria se viste de harapos y no usa perfume. Mientras no se tomen las medidas que dice la ley el mal seguirá aumentando y la patria de este lado continuará siendo una ficción con lágrimas en los ojos de Juan Pablo Duarte, como dice Fernando Casado.
Los fallos no resuelven la injusticia, porque entre lo legal y la equidad hay distancias sin frontera y la miseria derriba todas las barreras no importan que estén en Estados Unidos o en Europa. La moneda de un mundo lleno de desigualdades seguirá rodando en el tiempo mostrando siempre sus dos caras.
Desde mi propia óptica he dicho, “La haitianización del espacio criollo es una demostración de que República Dominicana es un país sin política de Estado en materia migratoria, nuestro servicio exterior es una fábrica para emplear amigos y compañeros del partido, no tenemos Cancillería desde hace más de 50 años aunque hemos tenido excelentes personas ocupando esas funciones. Y como consecuencia de ese desorden tampoco existe la frontera. La línea divisoria entre los dos países es una marca en el mapa, que solo ha servido para el contrabando y los negocios de ilegales haitianos”.Independiente del valor de las caras de la moneda migratoria, también he afirmad “El país está lleno de haitianos porque eso es un vulgar negocio del cual viven centenares de malos dominicanos y es un negocio apoyado por todos los gobiernos dominicanos porque de lo contario fueran millares los presos. Por qué se meten en prisión a los narcotraficantes, por la voluntad política del gobierno y por qué el país está repleto de haitianos, porque el gobierno ha legalizado ese negocio. No hay otras explicaciones.
“Cada vez que veas un haitiano ilegal en las calles de RD, pregúntate quién se está beneficiando con su presencia aquí, quién tiene montado ese negocio que se parece al de los apagones, dizque en 50 años no se ha podido resolver. Porque simple y sencillamente nadie cierra un negocio cuando está dejando mucho dinero y el negocio de los haitianos traídos al país es una mina de la cual sacan provecho millares. La patria es otro capítulo sin importancia en las relaciones comerciales de quienes están vendiendo impunemente su territorio”.
Conciente de que la moneda migratoria rueda sin detenerse le hice un sano llamado al presidente de la República para que le diera una respuesta sin dos caras a esta crisis: “Es hoy y no mañana que el Primer Mandatario se debe empoderar como lo hizo con el oro y dar soluciones patrióticas a este problema esencial de RD. Hay que frenar la inmigración ilegal al costo de la responsabilidad de un jefe de Estado. Nuestra solidaridad con Haití debe expresarse en el entendimiento de que si el vecino no se desarrolla y fortalece su nación, de nada sirve que le faciliten alojamiento en nuestra casa. Así no se resuelve el problema, porque aquí los recursos no alcanzan. para las miles de dificultades que nos abaten”.