El genio de la mente: Sigmund Freud
Opinionsur.net,
Por: LEONEL MARTÍNEZ
Los investigadores y descubridores de proyección universal han construido el mundo después que Dios hizo las más difíciles tareas. Uno de esos “locos curiosos” que todo lo desean saber, dedicó su vida al estudio del hombre o la mujer, pero en su mente y en su conducta. Quizás pudo ser la persona de mayor profundidad y agudeza mental de la historia. Su nombre es Sigmund Freud (Austria 1856-1939), médico neurólogo “padre del psicoanálisis” y uno de los más encumbrados científicos de la humanidad.
Antes de enloquecer, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche decía que, “todo genio tiene una máscara”. Sin embargo, Freud no solo se quitó la suya sino que quiso despojársela a la humanidad, porque la máscara real de cada ser humano, aunque no sea un genio, no está en su rostro sino en su alma. Por eso en el ámbito de su quehacer, suponiendo lo que piensa la gente y las ideas que trasforman las personas, Sigmund Freud se preguntó:
“¿Cómo se convierten los seres humanos en lo que son y qué son?” Esas y otras interrogantes invadieron su imaginación y halló respuestas que nunca otro estudioso había encontrado. Sus conclusiones científicas influyeron nuestras vidas del modo más hondo y particular. Freud cambió la percepción que se tenía sobre el funcionamiento de la mente, después de sus revelaciones el mundo jamás ha sido como antes”.
El universo fue el centro de atención de muchos científicos en la Antigüedad y la Edad Media. Otros fueron aficionados a las matemáticas, la física y la química. Para una mayoría el objetivo de su estudio fue la naturaleza. Pocos respondieron al legendario llamado del sabio griego Sócrates: “conócete a ti mismo”. Queriendo decir el filósofo, mírate en el espejo interior de tu alma y manifiéstate en las entrañas de ese “yo”. Entonces, sin hipocresía, reconócete tú mismo.
Freud descubrió la dimensión de ese espejo secreto que permite mirar nuestra fotografía intima, lo llamó: “el inconsciente”. Sigmund desde su consultorio y durante medio siglo ejerciendo la psiquiatría y atendiendo incontables pacientes, navegó miles de horas por el océano del cerebro. Nadie se había sumergido con tanta curiosidad en ese abismo como él. Soportó la presión y el peso de la opinión que lo tildó de “loco”. Sin embargo, cuando emergía de las profundidades a la superficie de la realidad, traía tesoros invaluables de nuevos conocimientos sobre la vida mental. Esos tesoros, han significado un inagotable caudal informativo para la psicología y para la psiquiatría.
La historia enseña que el misterio de todos los misterios es el hombre o la mujer. Y dentro de ellos la maravilla de todas las maravillas es el cerebro. De él como órgano supremo, surgen las grandezas espirituales y luego materiales que dan sentido a la existencia. El mundo con la suma de las cosas asombrosas que han nacido de la mente tiene un progenitor indiscutible, un padre creador que usando sus neuronas y sus complicadísimos sistemas, dirige el cuerpo de los humanos: el cerebro. Una especie del Dios de los cielos guardado entre el hueco de nuestro cráneo. Freud comprendió que en tal templo sagrado, al interior de nuestra cabeza, tiene un rol estelar y protagónico, la mente.
UNA FAMILIA JUDÍA
El 6 de mayo de 1856 nace en Austria, Sigismund Schlomo Freud Nathansoh (Segismundo Salomón). Hijo de padres judíos procedentes de Ucrania, Jacobo Freud (1815-1896) y Amalia Nathansoh (1835-1930). Su madre fue la tercera esposa de su papá, un comerciante de lana cuyo negocio terminó “sin lana”, quebrado por las deudas.
Cuando Sigmund llegó, la situación de sus padres era extremadamente difícil. El pequeño comprendió temprano que la única puerta de salida era el esfuerzo personal, pues los libros son las llaves de los pobres para entrar al mundo de las oportunidades. Decidió además de estudiar en la escuela pública aprender idiomas, y siendo un adolescente ya dominaba seis lenguas. E incluso leía a William Shakespeare en inglés.
Desarrolló a esa temprana edad un extraño hábito, ya que escribía todos los sueños que se hacía al dormir, además de una gran afición por la investigación científica. Su decisión de ser médico fue una respuesta doble: “necesito dinero y me gusta investigar”. Al pasar años de ejercicio exitoso de su profesión llego a decir: “He sido un hombre afortunado; en la vida nada me ha sido fácil”.
Tuvo dos hermanos veinte años mayores que él (Enmanuel y Philipp). Sigmund fue el primero de los ocho descendientes de los Freud – Nathansoh, tres varones (Sigmund, Julius y Alexander) y cinco mujeres (Anna, Paulina, Débora, María y Esther). Sigmund Freud se casó cuando tenía 20 años con Martha Bernays. De esa unión tuvo seis hijos: Oliver (sería Ingeniero Civil), Sophie, Mathilde, Jean, Ernest (Arquitecto) y Ana (Psiquiatra).
Al observar la fotografía de Sigmund Freud, de frente, , como aquél que contempla la imagen de una criatura sublime, perturbado apreciamos que su rostro es un lago: habla en su quietud. Con mirar sus ojos se “interpretan sus sueños” -sin totem ni tabú-. Y aunque haga una mueca, no presenta sensación de “histeria” porque los labios mantienen en un inconsciente su risa juguetona.
En un psicoanálisis de su temperamento y su carácter, es un hombre afable, quizás con algo del “complejo de Edipo”, porque quiso a su madre tanto como a su esposa. Lo testimonian sus seis hijos, que parecen haber llegado al mundo para robarle el cariño de su compañera de todo una vida. Que lo celó, pero sin la profundidad de los “celos patológicos”, de muchas de las pacientes de su esposo.
Sigmund Freud, siempre de buen humor, amistoso, pero sobre todo eminentemente trabajador. Se equivocan los que ven en Freud un médico psiquiatra. El galeno de la bata blanca es mil veces algo de mayor trascendencia. Y no creo que en el siglo veinte otro médico haya vestido con túnica blanca para hacer descubrimientos de la mente tan extraordinarios como Freud. ¿Quién como especialista de la mente le habrá puesto tan alto porcentaje de dedicación y pasión a su profesión como este hombre genial?
Si durante 50 años acudió a su consultorio atendiendo un promedio de 10 pacientes cada día, y luego del trabajo escribía y comparaba los casos, además de las horas de investigación, sería difícil encontrar otro ser humano con un nivel de profundidad del alma como este gigante de la neurociencia. Y por eso considero que si en algún momento la palabra “cerebro” necesitara de un sinónimo equivalente para expresar la misma idea, yo propondría que dicha palabra pudiera ser “Freud”.
PSICOANÁLISIS, SELVA MENTAL Y CIENCIA
En el tratamiento médico de personas con dificultades mentales, el psicoanálisis es una penetración a los rincones brindados y cerrados de la mente, con la intención de encontrar los desperfectos emotivos que perturban la salud psíquica. La mente desde fuera es una selva impenetrable. El paciente en el psicoanálisis sirve de guía para que el médico, -cual explorador- vaya esclareciendo con los datos de su indagación los caminos bloqueados que impiden la paz espiritual del enfermo.
La mente es como una selva por lo denso de la telaraña de las ideas que se entrecruzan unas con otras en indescifrables enredaderas, y para romper tales bejuqueras, Freud comenzaba por la raíz del problema. Freud, se hizo el investigador más conocedor de los problemas conductuales de las personas. Como especialista de la selva de la mente se convirtió en un Tarzán, rey indiscutible de ese espacio cerebral, quien no necesitó darse puñetazos en su pecho ni decir el grito clásico del legendario personaje, recordado por su facilidad de saltar como un mono de rama en rama y con pleno dominio de la selva.
Freud, en ese ámbito, fue 10 veces Tarzán, pero en la selva del cerebro, donde sus estudios interpretaron los misterios intocados, como si todas las especies de reptiles, aves o animales extraños de la jungla se mostraran entonces transparentes a los curiosos. Freud fue en cuanto a sus dotes de explorador mental, un Alexander Humboldt (experto explorador considerado Padre de la geografía moderna). Quizás un Marco Polo o Vasco de Gama contemporáneo. Sigmund Freud es el genio indiscutible de la mente.
Para los profesionales de la psiquiatría, el psicoanálisis es un novedoso enfoque sobre la psique humana, que es tanto una teoría de la personalidad como un método de tratamiento para personas con trastornos. La principal aportación de Freud a la psicología sería su concepto de inconsciente. Freud sostenía que, el comportamiento de una persona está profundamente determinado por pensamientos, deseos y recuerdos reprimidos.
Según su visión, las experiencias dolorosas de la infancia son desalojadas de la conciencia y pasan a formar parte del inconsciente, desde donde pueden influir poderosamente en la conducta. Como método de tratamiento, el psicoanálisis procura llevar estos recuerdos a la conciencia, para así liberar al sujeto de su influencia negativa.
En el laberinto temático de Freud y en los senderos disfrazados de la personalidad, resaltan palabras claras y oscuras, pecados y virtudes, espinas y rosas, conciencia e inconsciencia, que se entrecruzan en los torcidos callejones de la mente: melancolía, celo, angustia, ambición, codicia, avidez, anhelo, ansia, apetencia, aspiración, deseo, desazón y voluntad.
La lista parece no terminar como los difíciles y benévolos aspectos del carácter: avaricia, egoísmo, mezquindad, miseria, ruindad, tacañería, modestia, humildad, arrojo, rapacidad, angustia, hastío, obsesión, fobia, sexualidad, fantasía, sueño, delirio, complejo, envidia, rencor, tabú. La memoria, el olvido, los recuerdos, las equivocaciones, los errores orales, lapsus, la ´perdida de la calma, la timidez, pereza, soberbia, temeridad, valor, arrogancia, egoísmo y orgullo. En fin, Freud hace una radiografía de los sentimientos humanos.
LEGADO BIBLIOGRÁFICO
Sigmund Freud es realmente una enciclopedia abarcadora de la mente, a continuación el listado de sus principales trabajos: Adición metapsicológica a la teoría de los sueños. La interpretación de los sueños. Algunas lecciones elementales del psicoanálisis. Compendio del psicoanálisis. Múltiple interés del psicoanálisis. Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. Análisis de un caso de neurosis obsesiva («CASO EL HOMBRE DE LAS RATAS»). Análisis terminable e interminable. Comunicación de un caso de paranoia. Contrario a la teoría psicoanalítica. Construcciones en el análisis. Crítica de la neurosis de la angustia. Duelo y melancolía. El carácter y el erotismo anal.
Además de : El chiste y su relación con el inconsciente. La escisión de yo en el proceso de defensa. Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas. Estudio sobre la histeria. Tres ensayos de teoría sexual. Historia de una neurosis infantil (CASO DEL «HOMBRE DE LOS LOBOS»). Introducción al narcisismo. La disolución del complejo de Edipo. La etiología de la histeria. La herencia y la etiología de la neurosis. La neurastenia y la neurosis de la angustia. La sutileza de un acto fallido. Justificación de lo inconsciente. Lo perecedero. Lo siniestro. Los actos obsesivos y las prácticas religiosas. Los instintos y sus destinos. Más allá del instinto del placer. Moisés y la religión monoteísta. Obsesiones y fobias. Pegan a un niño. Psicología de las masas y análisis del yo. Psicología de la vida cotidiana. El malestar en la cultura. Tótem y tabú. Un caso de curación hipnótica. Un trastorno de la memoria.
ACLARACIÓN AL MOMENTO
Primero Newton y después Einstein, establecieron la concepción del universo; Darwin, la del origen de la vida y del hombre, y Freud, la de la mente. Con la dificultad para este último genio, de que sus doctrinas científicas no tuvieron antecedentes fundamentales que les sirvieran de comparación, aunque sus ideas habían sido tratadas en el campo filosófico por el pensador alemán Arthur Schopenhauer(1788-1860), en su obra, “El mundo como voluntad y representación”.
SALVADOR DALÍ, STEFAN ZWEIG Y SIGMUND FREUD
“En Londres, el conocido escritor austríaco Stefan Zweig (1881-1942), acompañado del pintor español Salvador Dalí (1904-1989), con fama universal, fue a visitar al ya mundialmente prestigioso Sigmund Freud, autor de las teorías que tanto influyeron en el arte de la primera mitad del siglo XX, y sobre todo en la obra de artistas como el propio Dalí. En el encuentro de este trío de gigantes, Dalí lucía sus clásicos bigotes largos. El pintor le llevó al célebre psiquiatra su escrito sobre el “Método Paranoico-Crítico”. Pero durante la conversación, todo el interés de Freud era hablar de pintura, y más concretamente de la pintura de Velázquez.
No se sabe si movido por la impaciencia que le provocaban las disquisiciones pictóricas de Freud, o por un ataque de ego descontrolado, quizá pudo ser también por el supuesto desdén que la perorata suponía para la obra entregada, o simplemente por llamar la atención, al cabo de un rato de infructuosa conversación, el joven Dalí comenzó a golpear con furia la mesa y a gritarle al inventor del psicoanálisis lleno de pasmo y confusión: “¡Esto se lo tiene que leer esta noche!”. Sigmund Freud, entre asustado y confuso, no dando crédito a la escena, le comentó en alemán a Zweig: “¡Qué español tan fanático!”.
UN CHISTE CARO A ADOLF HITLER
Cuando Adolf Hitler fue nombrado Canciller de Alemania (1933) pocas personas se podían imaginar el peligro que significaba tal nombramiento. El psiquiatra Freud sabía que en Hitler había una mente satánica, peor que Nerón y más degenerada que Calígula. Y no solo por el odio a los judíos, sino que nadie como Freud conocía lo que era un desequilibrado mental.
Hitler no odiaba a Freud, lo aborrecía al nivel de lo insoportable. Si Freud hubiese sido una cucaracha, dos segundos después de Hitler ser juramentado, hubiese levantado sus zapatos para aplastarlo. Una de sus primeras medidas fue ordenar la quema de todos los libros del “maldito judío de Sigmund Freud”. El psiquiatra confiaba en que su fama mundial era un escudo que le protegía. Y al enterarse de que sus obras fueron lanzadas a la hoguera públicamente, expresó con humor, “estamos progresando, yo pensé que era a mí a quien iban a quemar”.
No sé sabe cómo el chiste llegó a los oídos de Hitler, quien de inmediato apresó a cuatro de las cinco hermanas de Freud, luego murieron en los campos de concentración. Mientras los dos hermanos huyen para evitar ser apresados. No conforme, detuvo a la doctora Ana Freud -1895-1982- (Antígona, le decía su papáhttps://www.youtube.com/watch?v=tZDI8zbkY34) la hija favorita de Freud, igualmente médico psiquiatra como él y su mano derecha en el consultorio. Dado el gran movimiento de opinión pública que el hecho produjo, la joven fue liberada y Freud decidió marcharse al exilio en Londres. No sin antes afirmar que, “la serpiente más letal del mundo tiene menos veneno que el que acumula Hitler en su mente. ¡Pobre Europa!”.
LO MATÓ EL TABACO: LA DESPEDIDA DE UN SABIO
Centenares de fumadores se refugiaron en Freud para poder eliminar la adición al cigarrillo, muchos se curaron. Pero el propio psiquiatra no encontró método para evitar encender un cigarro. El cáncer terminó apagándole la vida a los 83 años de edad. El 26 de septiembre de 1939 la humanidad perdió al médico psiquiatra de mayor fama en el mundo: Sigmund Freud. Hubo duelo en los cinco continentes.
Londres, la capital de Inglaterra, con su peculiar clima gris, pareció estar en luto. El eminente intelectual Stefan Zweig pronunció el discurso delante del féretro: “Tengamos ante todo conciencia de que los que aquí estamos reunidos por un duelo común, vivimos un momento histórico concedido por el destino. La muerte es apenas un fenómeno fugaz y casi carente de esencia… no es una dura conclusión, sino una transición suave de lo mortal a la inmortalidad.
Cada uno de nosotros, los hombres del siglo XX, sería distinto, sería otro sin él. Y cada vez que tratemos de penetrar en el laberinto del corazón humano, su luz espiritual seguirá estando en nuestro camino…. Todo lo que él concibió y anticipó como inventor y guía, estará con nosotros en el futuro.
Gracias por este ejemplo, amado y venerado amigo, gracias por tu gran vida creadora, gracias por tus acciones y tus obras, gracias por lo que fuiste y por lo que vertiste de ti en nuestras almas; gracias por los mundos que abriste para nosotros y que ahora recorremos solos, sin guía, siempre fieles a ti, siempre recordándote con respeto; tú, el amigo más precioso, tú el maestro más amado. ¡He visto a un verdadero sabio, he conocido a Sigmund Freud!”.
- Por: OPINIONSURSUR -
Artículo: El genio de la mente: Sigmund Freud
Por: LEONEL MARTÍNEZ
Los investigadores y descubridores de proyección universal han construido el mundo después que Dios hizo las más difíciles tareas. Uno de esos “locos curiosos” que todo lo desean saber, dedicó su vida al estudio del hombre o la mujer, pero en su mente y en su conducta. Quizás pudo ser la persona de mayor profundidad y agudeza mental de la historia. Su nombre es Sigmund Freud (Austria 1856-1939), médico neurólogo “padre del psicoanálisis” y uno de los más encumbrados científicos de la humanidad.
Antes de enloquecer, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche decía que, “todo genio tiene una máscara”. Sin embargo, Freud no solo se quitó la suya sino que quiso despojársela a la humanidad, porque la máscara real de cada ser humano, aunque no sea un genio, no está en su rostro sino en su alma. Por eso en el ámbito de su quehacer, suponiendo lo que piensa la gente y las ideas que trasforman las personas, Sigmund Freud se preguntó:
“¿Cómo se convierten los seres humanos en lo que son y qué son?” Esas y otras interrogantes invadieron su imaginación y halló respuestas que nunca otro estudioso había encontrado. Sus conclusiones científicas influyeron nuestras vidas del modo más hondo y particular. Freud cambió la percepción que se tenía sobre el funcionamiento de la mente, después de sus revelaciones el mundo jamás ha sido como antes”.
El universo fue el centro de atención de muchos científicos en la Antigüedad y la Edad Media. Otros fueron aficionados a las matemáticas, la física y la química. Para una mayoría el objetivo de su estudio fue la naturaleza. Pocos respondieron al legendario llamado del sabio griego Sócrates: “conócete a ti mismo”. Queriendo decir el filósofo, mírate en el espejo interior de tu alma y manifiéstate en las entrañas de ese “yo”. Entonces, sin hipocresía, reconócete tú mismo.
Freud descubrió la dimensión de ese espejo secreto que permite mirar nuestra fotografía intima, lo llamó: “el inconsciente”. Sigmund desde su consultorio y durante medio siglo ejerciendo la psiquiatría y atendiendo incontables pacientes, navegó miles de horas por el océano del cerebro. Nadie se había sumergido con tanta curiosidad en ese abismo como él. Soportó la presión y el peso de la opinión que lo tildó de “loco”. Sin embargo, cuando emergía de las profundidades a la superficie de la realidad, traía tesoros invaluables de nuevos conocimientos sobre la vida mental. Esos tesoros, han significado un inagotable caudal informativo para la psicología y para la psiquiatría.
La historia enseña que el misterio de todos los misterios es el hombre o la mujer. Y dentro de ellos la maravilla de todas las maravillas es el cerebro. De él como órgano supremo, surgen las grandezas espirituales y luego materiales que dan sentido a la existencia. El mundo con la suma de las cosas asombrosas que han nacido de la mente tiene un progenitor indiscutible, un padre creador que usando sus neuronas y sus complicadísimos sistemas, dirige el cuerpo de los humanos: el cerebro. Una especie del Dios de los cielos guardado entre el hueco de nuestro cráneo. Freud comprendió que en tal templo sagrado, al interior de nuestra cabeza, tiene un rol estelar y protagónico, la mente.
UNA FAMILIA JUDÍA
El 6 de mayo de 1856 nace en Austria, Sigismund Schlomo Freud Nathansoh (Segismundo Salomón). Hijo de padres judíos procedentes de Ucrania, Jacobo Freud (1815-1896) y Amalia Nathansoh (1835-1930). Su madre fue la tercera esposa de su papá, un comerciante de lana cuyo negocio terminó “sin lana”, quebrado por las deudas.
Cuando Sigmund llegó, la situación de sus padres era extremadamente difícil. El pequeño comprendió temprano que la única puerta de salida era el esfuerzo personal, pues los libros son las llaves de los pobres para entrar al mundo de las oportunidades. Decidió además de estudiar en la escuela pública aprender idiomas, y siendo un adolescente ya dominaba seis lenguas. E incluso leía a William Shakespeare en inglés.
Desarrolló a esa temprana edad un extraño hábito, ya que escribía todos los sueños que se hacía al dormir, además de una gran afición por la investigación científica. Su decisión de ser médico fue una respuesta doble: “necesito dinero y me gusta investigar”. Al pasar años de ejercicio exitoso de su profesión llego a decir: “He sido un hombre afortunado; en la vida nada me ha sido fácil”.
Tuvo dos hermanos veinte años mayores que él (Enmanuel y Philipp). Sigmund fue el primero de los ocho descendientes de los Freud – Nathansoh, tres varones (Sigmund, Julius y Alexander) y cinco mujeres (Anna, Paulina, Débora, María y Esther). Sigmund Freud se casó cuando tenía 20 años con Martha Bernays. De esa unión tuvo seis hijos: Oliver (sería Ingeniero Civil), Sophie, Mathilde, Jean, Ernest (Arquitecto) y Ana (Psiquiatra).
Al observar la fotografía de Sigmund Freud, de frente, , como aquél que contempla la imagen de una criatura sublime, perturbado apreciamos que su rostro es un lago: habla en su quietud. Con mirar sus ojos se “interpretan sus sueños” -sin totem ni tabú-. Y aunque haga una mueca, no presenta sensación de “histeria” porque los labios mantienen en un inconsciente su risa juguetona.
En un psicoanálisis de su temperamento y su carácter, es un hombre afable, quizás con algo del “complejo de Edipo”, porque quiso a su madre tanto como a su esposa. Lo testimonian sus seis hijos, que parecen haber llegado al mundo para robarle el cariño de su compañera de todo una vida. Que lo celó, pero sin la profundidad de los “celos patológicos”, de muchas de las pacientes de su esposo.
Sigmund Freud, siempre de buen humor, amistoso, pero sobre todo eminentemente trabajador. Se equivocan los que ven en Freud un médico psiquiatra. El galeno de la bata blanca es mil veces algo de mayor trascendencia. Y no creo que en el siglo veinte otro médico haya vestido con túnica blanca para hacer descubrimientos de la mente tan extraordinarios como Freud. ¿Quién como especialista de la mente le habrá puesto tan alto porcentaje de dedicación y pasión a su profesión como este hombre genial?
Si durante 50 años acudió a su consultorio atendiendo un promedio de 10 pacientes cada día, y luego del trabajo escribía y comparaba los casos, además de las horas de investigación, sería difícil encontrar otro ser humano con un nivel de profundidad del alma como este gigante de la neurociencia. Y por eso considero que si en algún momento la palabra “cerebro” necesitara de un sinónimo equivalente para expresar la misma idea, yo propondría que dicha palabra pudiera ser “Freud”.
PSICOANÁLISIS, SELVA MENTAL Y CIENCIA
En el tratamiento médico de personas con dificultades mentales, el psicoanálisis es una penetración a los rincones brindados y cerrados de la mente, con la intención de encontrar los desperfectos emotivos que perturban la salud psíquica. La mente desde fuera es una selva impenetrable. El paciente en el psicoanálisis sirve de guía para que el médico, -cual explorador- vaya esclareciendo con los datos de su indagación los caminos bloqueados que impiden la paz espiritual del enfermo.
La mente es como una selva por lo denso de la telaraña de las ideas que se entrecruzan unas con otras en indescifrables enredaderas, y para romper tales bejuqueras, Freud comenzaba por la raíz del problema. Freud, se hizo el investigador más conocedor de los problemas conductuales de las personas. Como especialista de la selva de la mente se convirtió en un Tarzán, rey indiscutible de ese espacio cerebral, quien no necesitó darse puñetazos en su pecho ni decir el grito clásico del legendario personaje, recordado por su facilidad de saltar como un mono de rama en rama y con pleno dominio de la selva.
Freud, en ese ámbito, fue 10 veces Tarzán, pero en la selva del cerebro, donde sus estudios interpretaron los misterios intocados, como si todas las especies de reptiles, aves o animales extraños de la jungla se mostraran entonces transparentes a los curiosos. Freud fue en cuanto a sus dotes de explorador mental, un Alexander Humboldt (experto explorador considerado Padre de la geografía moderna). Quizás un Marco Polo o Vasco de Gama contemporáneo. Sigmund Freud es el genio indiscutible de la mente.
Para los profesionales de la psiquiatría, el psicoanálisis es un novedoso enfoque sobre la psique humana, que es tanto una teoría de la personalidad como un método de tratamiento para personas con trastornos. La principal aportación de Freud a la psicología sería su concepto de inconsciente. Freud sostenía que, el comportamiento de una persona está profundamente determinado por pensamientos, deseos y recuerdos reprimidos.
Según su visión, las experiencias dolorosas de la infancia son desalojadas de la conciencia y pasan a formar parte del inconsciente, desde donde pueden influir poderosamente en la conducta. Como método de tratamiento, el psicoanálisis procura llevar estos recuerdos a la conciencia, para así liberar al sujeto de su influencia negativa.
En el laberinto temático de Freud y en los senderos disfrazados de la personalidad, resaltan palabras claras y oscuras, pecados y virtudes, espinas y rosas, conciencia e inconsciencia, que se entrecruzan en los torcidos callejones de la mente: melancolía, celo, angustia, ambición, codicia, avidez, anhelo, ansia, apetencia, aspiración, deseo, desazón y voluntad.
La lista parece no terminar como los difíciles y benévolos aspectos del carácter: avaricia, egoísmo, mezquindad, miseria, ruindad, tacañería, modestia, humildad, arrojo, rapacidad, angustia, hastío, obsesión, fobia, sexualidad, fantasía, sueño, delirio, complejo, envidia, rencor, tabú. La memoria, el olvido, los recuerdos, las equivocaciones, los errores orales, lapsus, la ´perdida de la calma, la timidez, pereza, soberbia, temeridad, valor, arrogancia, egoísmo y orgullo. En fin, Freud hace una radiografía de los sentimientos humanos.
LEGADO BIBLIOGRÁFICO
Sigmund Freud es realmente una enciclopedia abarcadora de la mente, a continuación el listado de sus principales trabajos: Adición metapsicológica a la teoría de los sueños. La interpretación de los sueños. Algunas lecciones elementales del psicoanálisis. Compendio del psicoanálisis. Múltiple interés del psicoanálisis. Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. Análisis de un caso de neurosis obsesiva («CASO EL HOMBRE DE LAS RATAS»). Análisis terminable e interminable. Comunicación de un caso de paranoia. Contrario a la teoría psicoanalítica. Construcciones en el análisis. Crítica de la neurosis de la angustia. Duelo y melancolía. El carácter y el erotismo anal.
Además de : El chiste y su relación con el inconsciente. La escisión de yo en el proceso de defensa. Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas. Estudio sobre la histeria. Tres ensayos de teoría sexual. Historia de una neurosis infantil (CASO DEL «HOMBRE DE LOS LOBOS»). Introducción al narcisismo. La disolución del complejo de Edipo. La etiología de la histeria. La herencia y la etiología de la neurosis. La neurastenia y la neurosis de la angustia. La sutileza de un acto fallido. Justificación de lo inconsciente. Lo perecedero. Lo siniestro. Los actos obsesivos y las prácticas religiosas. Los instintos y sus destinos. Más allá del instinto del placer. Moisés y la religión monoteísta. Obsesiones y fobias. Pegan a un niño. Psicología de las masas y análisis del yo. Psicología de la vida cotidiana. El malestar en la cultura. Tótem y tabú. Un caso de curación hipnótica. Un trastorno de la memoria.
ACLARACIÓN AL MOMENTO
Primero Newton y después Einstein, establecieron la concepción del universo; Darwin, la del origen de la vida y del hombre, y Freud, la de la mente. Con la dificultad para este último genio, de que sus doctrinas científicas no tuvieron antecedentes fundamentales que les sirvieran de comparación, aunque sus ideas habían sido tratadas en el campo filosófico por el pensador alemán Arthur Schopenhauer(1788-1860), en su obra, “El mundo como voluntad y representación”.
SALVADOR DALÍ, STEFAN ZWEIG Y SIGMUND FREUD
“En Londres, el conocido escritor austríaco Stefan Zweig (1881-1942), acompañado del pintor español Salvador Dalí (1904-1989), con fama universal, fue a visitar al ya mundialmente prestigioso Sigmund Freud, autor de las teorías que tanto influyeron en el arte de la primera mitad del siglo XX, y sobre todo en la obra de artistas como el propio Dalí. En el encuentro de este trío de gigantes, Dalí lucía sus clásicos bigotes largos. El pintor le llevó al célebre psiquiatra su escrito sobre el “Método Paranoico-Crítico”. Pero durante la conversación, todo el interés de Freud era hablar de pintura, y más concretamente de la pintura de Velázquez.
No se sabe si movido por la impaciencia que le provocaban las disquisiciones pictóricas de Freud, o por un ataque de ego descontrolado, quizá pudo ser también por el supuesto desdén que la perorata suponía para la obra entregada, o simplemente por llamar la atención, al cabo de un rato de infructuosa conversación, el joven Dalí comenzó a golpear con furia la mesa y a gritarle al inventor del psicoanálisis lleno de pasmo y confusión: “¡Esto se lo tiene que leer esta noche!”. Sigmund Freud, entre asustado y confuso, no dando crédito a la escena, le comentó en alemán a Zweig: “¡Qué español tan fanático!”.
UN CHISTE CARO A ADOLF HITLER
Cuando Adolf Hitler fue nombrado Canciller de Alemania (1933) pocas personas se podían imaginar el peligro que significaba tal nombramiento. El psiquiatra Freud sabía que en Hitler había una mente satánica, peor que Nerón y más degenerada que Calígula. Y no solo por el odio a los judíos, sino que nadie como Freud conocía lo que era un desequilibrado mental.
Hitler no odiaba a Freud, lo aborrecía al nivel de lo insoportable. Si Freud hubiese sido una cucaracha, dos segundos después de Hitler ser juramentado, hubiese levantado sus zapatos para aplastarlo. Una de sus primeras medidas fue ordenar la quema de todos los libros del “maldito judío de Sigmund Freud”. El psiquiatra confiaba en que su fama mundial era un escudo que le protegía. Y al enterarse de que sus obras fueron lanzadas a la hoguera públicamente, expresó con humor, “estamos progresando, yo pensé que era a mí a quien iban a quemar”.
No sé sabe cómo el chiste llegó a los oídos de Hitler, quien de inmediato apresó a cuatro de las cinco hermanas de Freud, luego murieron en los campos de concentración. Mientras los dos hermanos huyen para evitar ser apresados. No conforme, detuvo a la doctora Ana Freud -1895-1982- (Antígona, le decía su papáhttps://www.youtube.com/watch?v=tZDI8zbkY34) la hija favorita de Freud, igualmente médico psiquiatra como él y su mano derecha en el consultorio. Dado el gran movimiento de opinión pública que el hecho produjo, la joven fue liberada y Freud decidió marcharse al exilio en Londres. No sin antes afirmar que, “la serpiente más letal del mundo tiene menos veneno que el que acumula Hitler en su mente. ¡Pobre Europa!”.
LO MATÓ EL TABACO: LA DESPEDIDA DE UN SABIO
Centenares de fumadores se refugiaron en Freud para poder eliminar la adición al cigarrillo, muchos se curaron. Pero el propio psiquiatra no encontró método para evitar encender un cigarro. El cáncer terminó apagándole la vida a los 83 años de edad. El 26 de septiembre de 1939 la humanidad perdió al médico psiquiatra de mayor fama en el mundo: Sigmund Freud. Hubo duelo en los cinco continentes.
Londres, la capital de Inglaterra, con su peculiar clima gris, pareció estar en luto. El eminente intelectual Stefan Zweig pronunció el discurso delante del féretro: “Tengamos ante todo conciencia de que los que aquí estamos reunidos por un duelo común, vivimos un momento histórico concedido por el destino. La muerte es apenas un fenómeno fugaz y casi carente de esencia… no es una dura conclusión, sino una transición suave de lo mortal a la inmortalidad.
Cada uno de nosotros, los hombres del siglo XX, sería distinto, sería otro sin él. Y cada vez que tratemos de penetrar en el laberinto del corazón humano, su luz espiritual seguirá estando en nuestro camino…. Todo lo que él concibió y anticipó como inventor y guía, estará con nosotros en el futuro.
Gracias por este ejemplo, amado y venerado amigo, gracias por tu gran vida creadora, gracias por tus acciones y tus obras, gracias por lo que fuiste y por lo que vertiste de ti en nuestras almas; gracias por los mundos que abriste para nosotros y que ahora recorremos solos, sin guía, siempre fieles a ti, siempre recordándote con respeto; tú, el amigo más precioso, tú el maestro más amado. ¡He visto a un verdadero sabio, he conocido a Sigmund Freud!”.