La moribunda economía venezolana se toma un respiro
Opinionsur.net,
Errol Irausquin ha encontrado un rentable nicho de negocio con su boyante restaurante Fat Panda en la capital de Venezuela, pese al colapso económico que ha hecho que millones de personas abandonen su maltrecho país.
Aprovechando el éxito que tenía vendiendo comida desde una camioneta, Irausquin llevó su menú de influencia asiática a un nuevo restaurante, donde ofrece emparedados picantes que gotean por los brazos de los clientes en un rincón acomodado de Caracas.
Pronto abrirá un segundo local, un atisbo de prosperidad en la pesadilla económica venezolana. “Parte de la población que decidió quedarse en el país”, comentó Irausquin. “Esa población necesita actividades. Esa población necesita salir, necesita socializar. Necesita estar al aire libre”.
El empresario no es un caso aislado. En aparente desafío a las apocalípticas predicciones de Washington sobre la inminente implosión económica, varios restaurantes y tiendas de moda llenas de productos de importación, desde Fruit Loops a iPhones, han brotado en Caracas en los últimos meses.
Lo que impulsa ese resurgir es la decisión que tomó el pasado mayo el presidente, Nicolás Maduro —que pasó bastante desapercibida en su momento— de suavizar los estrictos controles de la divisa introducidos 16 años antes.
Eso permitió a los bancos comprar y vender dólares a cualquier cambio, facilitando que los empresarios operen en una moneda aceptada a nivel internacional.
Al mismo tiempo, las autoridades socialistas están mirando a otro lado conforme el dólar sustituye a la moneda local, el bolívar, como una forma aceptada de pago incluso para pagar una porción de pizza