Parte II. Ante el paso del tiempo, que se siente eterno frente al pa­decimiento de las sociedades por el emba­te del coronavirus; los go­biernos tienden a ser más flexibles bajo las presiones para “normalizar la vida”. Hoy las noticas se enfocan en la experiencia israelí de reapertura precipitada de escuelas, según lo recoge el New York Times, que habla de un rebrote de la epide­mia a partir de una institu­ción que sufrió el contagio de casi 200 personas entre estu­diantes y personal educativo.

“Si disminuyen los casos, se crea la ilusión de que la epidemia terminó”, fueron las palabras del Dr. Hagai Le­vine, profesor de Epidemio­logía de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Hebrea Hadassah, según el NYT (https://www.nytimes.com/2020/08/04/world/middleeast/coronavirus-is­rael-schools-reopen.html) Y ese todavía no es nuestro ca­so en Rep. Dominicana.

Tómese en cuenta que Is­rael está considerado entre los países con un mejor ma­nejo de la epidemia. Sin em­bargo, la apertura abrupta del curso escolar demostró ser un error, que ellos mis­mos acaban de reconocer.

Nuestra posición, mani­fiesta en un artículo ante­rior, apunta a la prudencia y la recuperación del tiempo en medidas impostergables. Ver en Listín Diario, sección la Republica, pag. 12 del 24 de julio.

Reafirmamos nuestra pro­puesta, hecha pública en co­municaciones anteriores, de no abrir el curso escolar y a la vez aprovechar el tiempo, ha­ciendo uso productivo de las circunstancias. Tal vez una formidable oportunidad úni­ca. Es imperativo que alum­nos y profesores se preparen mejor, dotándolos de los co­nocimientos y las facilidades tecnológicas, mejorando la infraestructura y conectivi­dad necesarias, entre otras medidas, para que la Repú­blica Dominicana se coloque en la antesala de lo que la nueva educación y las condi­ciones del mundo requieren.

TIEMPO PARA LA EDU­CACION. Esa ha sido y es, la posición de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña ante un problema ur­gente del país.

El autor es rector de la UNPHU