RD-Haití, un pacto de alta relevancia
Opinionsur.net,
Contactos privados antecedieron al acuerdo entre el país y Haití
La declaración RD-Haití divulgada ayer contiene el acuerdo más importante alcanzado por los dos países en mucho tiempo, que consolida al presidente Luis Abinader como un líder de la región que enfrenta los problemas del vecino y plantea a las naciones del Caribe un nuevo enfoque.
El acuerdo tenía que darse aunque la situación del país vecino sea inestable y su gobierno, presidido por Jovenel Moïse está al zarandeo, con una oposición activa que quiere la celebración de las elecciones cuanto antes y una reforma constitucional con bases sociales firmes.
Como una negociación de relevancia que antecedió la declaración, Abinader se cuidó mucho de que la misma se filtrara, pero se sabe que fue producto de conversaciones sostenidas privadamente por el canciller Roberto Álvarez en Puerto Príncipe y por los dos presidentes la semana pasada en Elías Piña.
El documento, de 9 puntos es la más destacada acción diplomática desde el restablecimiento de las relaciones RD-China, pero al mismo tiempo deja complacidos a los sectores que se quejaban por la saturación de haitianos en los hospitales dominicanos y la falta de controles en la frontera.
Quizás más complacidos pudieran quedar los llamados nacionalistas y muchos dominicanos preocupados por el ingreso masivo de haitianos al constatar que los dos gobiernos están dispuestos a trabajar en el proceso de identificación y de inscripción en el registro civil haitiano de todos sus ciudadanos que estén en territorio dominicano. (punto 1).
Es seguro que el presidente Abinader quiso disminuir el peso de sus múltiples problemas, buscar solución a temas que solamente pueden arreglarse mediante negociación que involucren a los países llamados “amigos de Haití” y a las organizaciones internacionales.
Los haitianos siempre han estado esquivos cuando la parte dominicana le hace propuestas como fue hace pocos años cuando las organizaciones internacionales sugirieron a los dos gobiernos que se unieran para construir hospitales del lado haitiano de la frontera.
Si eso se hubiese hecho, la República Dominicana estaría ahora en mejores condiciones hospitalarias y no tendría que cargar con el pesado fardo de las parturientas y otros enfermos haitianos que por razones humanitarias tienen que ser atendidos en hospitales dominicanos.
El momento de la pandemia de COVID-19 es una oportunidad perfecta para que la construcción de esos hospitales se haga realidad en el futuro cercano con el apoyo de Naciones Unidas, la OEA, el BID, Estados Unidos, Francia y Canadá, que tienen intereses allí.
Abinader está haciendo de su parte todo lo que puede en circunstancias muy difíciles para la RD y cuando quizás arriesgue su prestigio y popularidad frente a las murmuraciones y el qué dirán los contradictores que siempre tienen sus propias propuestas.
Frenar el contrabando
Una de las reservas que ha tenido Haití desde hace tiempo es el tráfico ilícito de mercaderías por la frontera. En 1983 el gobierno haitiano cerró la frontera por esa causa y antes le había solicitado a la Embajada de RD que vigilara a sus cónsules que cruzaban la línea.
El tráfico ilegal de mercaderías por la frontera le ha ocasionado a Haití grandes pérdidas y han dejado a sus aduanas sin los ingresos por el alto volumen del comercio bilateral. En la época del doctor Balaguer y posteriormente el negocio era de los militares.
Se le consentía en el lado haitiano como parte del paquete “todo incluido” que se consideraba sobreentendido en la política de pago por la parte dominicana de varios miles de trabajadores haitianos que cruzaban la frontera para trabajar en los campos de caña del CEA.
Luego, durante la crisis que siguió al golpe de estado contra el presidente Aristide y que dio paso al régimen militar del general Raoul Cedrás (1991-1994), el contrabando de combustibles fue rampante por la frontera auspiciado por el régimen de Puerto Príncipe y tolerado por el RD.
Esa modalidad de contrabando para evadir las sanciones impuestas a la dictadura haitiana por el gobierno de los Estados Unidos, como presión para lograr la vuelta al régimen constitucional, enriqueció, más que las drogas, a muchos altos oficiales de los dos países.
Todavía la porosa frontera es una fuente de riqueza para el sector militar de alto y bajo rango, cosa que trata el documento en su punto 4, que es una molestia silente para el régimen de Abinader aunque la ha manejado desde mitad de agosto con mucha prudencia.
Mediante ese punto 4 de la declaración, los dos países se comprometen a utilizar tecnologías de vanguardia que faciliten eliminar el flujo migratorio irregular, el tráfico y la trata de personas, el flujo de armas, el narcotráfico y el robo de ganado.
Esta parte de la declaración complacerá también a los Estados Unidos en momentos en que asumen el mando el presidente electo Joe Biden y la vicepresidenta electa, Kamala Harris, ambos comprometidos a darle nuevo enfoque a las relaciones de su país Latinoamérica y el Caribe.
En el punto 7 los dos países se comprometen a “continuar negociaciones de manera sostenida hasta alcanzar un acuerdo comercial general, con el objeto de establecer normas transparentes, estables, justas y previsibles para ambas partes y que permitan frenar el contrabando que erosiona la base impositiva de ambos países”.
La resiliencia de Haití
Pese a los grandes problemas de ese país derivados de su pobreza ancestral, las pandemias, los huracanes y el terremoto que destruyó Puerto Príncipe en el 2010, Haití tiene una enorme resiliencia como antepasados de países africanos que se levantan poco a poco.
No así se puede explicar el afán que tienen los escolares por caminar largos trechos a fin de llegar a la escuela primaria, el tesón de los estudiantes universitarios para leer debajo de las farolas de los parques del centro de la capital cuando falla el servicio eléctrico.
Haití tiene uno de los más reconocidos festivales de jazz de la región. Este año el Festival de Jazz de Puerto Príncipe, pese a las manifestaciones callejeras, está pautado para celebrarse entre el 16 y el 26 del cursante, con participación de músicos locales, de Cuba, España, Estados Unidos, Canadá, Trinidad Tobago y países nórdicos.
Hace cuatro años, cuando el insigne cantante popular de los Estados Unidos, Tony Bennett cumplió los 90, una de las atracciones de la enorme fiesta televisada en la cual participaron los grandes cantantes y músicos, fue la presentación del tenor Andrea Boccelli interpretando el Ave María de Shubert, con el Coro de los Niños de Haití.
Con las revueltas, los secuestros y gente armada por todas las esquinas, los haitianos se las ingenian para sobrevivir. Saben que sus políticos, eternos aspirantes a la presidencia para pillar las arcas públicas, seguirán con los discursos sin aportar soluciones.